miércoles, 24 de octubre de 2012

Gastronomia.

La cocina michoacana fusiona los secretos culinarios ancestrales de la etnia purépecha con sabores y especias que fueron traídas por los conquistadores españoles. Este choque cultural no sólo creó un sincretismo al combinar ingredientes de ambos continentes, sino que modificó las técnicas para cocinarlos. Se continuó el uso de vasijas y platos de barro, pero los utensilios de metal entraron en las cocinas locales. Un sinfín de elementos nuevos otorgó un sabor distintivo a las distintas regiones de Michoacán.

La gastronomía moreliana es muy variada. Si no sabes qué probar, puedes empezar por el pollo placero, que va acompañado con vegetales. Las corundas son parientes de los tamales y se sirven envueltas en hojas de maíz. La tradición cuenta que éste era el platillo favorito de Caltzontzin, emperador purépecha, y que lo consumía en las grandes celebraciones. La lista de delicias morelianas continúa: el churipo es un caldo preparado con chiles rojos, carne y verduras; atapakuas es un guiso espeso de carne y vegetales muy picante que se acompaña con queso; los uchepos, hechos de maíz tierno, son una variante local de los tamales. Por supuesto, no hay banquete sin una buena bebida para brindar. La bebida tradicional de Michoacán es la reconocida Charanda, elaborada con caña destilada.

El internacionalmente famoso Museo del Dulce no sólo es un recinto de exhibición, sino también una fábrica tradicional y un paseo obligado para los turistas. En la antigua Calle Real, hoy llamada Francisco I. Madero, se puede apreciar una gran variedad de dulces durante sus distintos estados de preparación: laminillas, morelianas, cajeta (dulce de leche), dulces de coco, guayaba y tamarindo, borrachitos, jamoncillos de leche, licores de fruta, rompope, nueces de macadamia, natillas, chocolates y bolitas de leche quemada. Éstos son apenas una pequeña muestra de la variedad de dulces que encontrarás en este lugar.

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